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Las oportunidades están para tomarlas

Nunca había dado una clase en línea así que la hice como pude... Sin micrófono, sin buena luz, en casa y con lo que tenía, con el señor que pasa en la calle vendiendo tamales (quien ha sido un protagonista de las sesiones) y con las genuinas ganas de compartir...

Paola Monsreal
Paola Monsreal

Paola Monsreal

Las oportunidades están para tomarlas

Los últimos tiempos de la humanidad han sido complejos y llenos de incertidumbre, pero al mismo tiempo han llegado oportunidades que si las observamos desde un ángulo positivo se convierten en regalos.

Hace casi dos años cambié de trabajo corporativo (llevo la mitad de mi vida trabajando en comunicación y marketing para empresas), al ser un nuevo giro y ubicación me enfrenté con la decisión de tener que dejar las clases de yoga que en ese momento me encontraba dando en un par de estudios y empresas. Me enfoqué de lleno en sacar adelante lo nuevo que tenía como responsabilidad, sin dejar de lado mi práctica personal más mis pasiones deportivas. Cuando en marzo del 2020 en CDMX nos avisan que hay un cierre de emergencia por una pandemia y que ya no podemos ir a la oficina me cuestioné cómo iba a realizar mi práctica de yoga y mi entrenamiento. Sin pensarlo mucho a finales de mes estaba invitando a “ex estudiantes”, amigos y colegas del trabajo a practicar conmigo yoga en línea. Había visto en esos días que algunos instructores lanzaron esa opción muy pronto. Me “subí a ese tren” buscando experiméntalo y ofrecerle a “mi gente” algo que pudiera mantenerlos activos y contentos, de acuerdo a mi perspectiva, para los siguientes tres meses que se calculaba estaríamos guardados en casa. En ese momento no esperábamos que llegaríamos al año 2022 y seguiríamos teniendo que cuidarnos y estar preferentemente en casa. Cree un grupo en WA y por ahí comencé a compartir las ligas para conectarnos online. El grupo comenzó muy heterogéneo y trate de explicar por ahí los básicos de la práctica de yoga, esto por una inquietud personal. Creo que si no entendemos lo que estamos practicando difícilmente nos adentraremos más. Cuando entendemos y lo integramos podemos sacarle más provecho. Así que me hice a la tarea de cada día ir compartiendo un tema y preparé clases. Nunca había dado una clase en línea así que la hice como pude y tratando de aprender de las clases que yo misma comencé a tomar a distancia. Sin micrófono, sin buena luz, en casa y con lo que tenía, con el señor que pasa en la calle vendiendo tamales (quien ha sido un protagonista de las sesiones) y con las genuinas ganas de compartir comencé dando dos clases a la semana. Estaba invirtiendo energía y tiempo por lo que en muy corto plazo hice el anuncio de que las clases tendrían un costo. Cobrar por lo que haces es algo que en los 8 años que llevo dando clase aprendí es muy importante, porque me preparo y estudio para poder guiar una clase al cuidado e interés de los practicantes. Cuando uno da también debe de recibir. Poco a poco fui tomando el ritmo de las clases y abriendo nuevos horarios. Llegaron practicantes, unos se fueron, unos se quedaron, hubo quien me recomendó y se quedó el recomendado y se fue el que empezó, hay quien se ha mantenido constante desde la primera práctica. Hay quien practicando conmigo retomó el yoga o se inició en el yoga. En 2 años dando clases en línea han pasado muchas cosas y todas buenas. Me dediqué a estar cerca de la sangha que hemos creado. Se creó una comunidad y existe motivación e inspiración con la energía de cada uno. Aun en la distancia se puede sentir. Nos sostuvimos conjuntamente. Mis estudiantes me han compartido situaciones personales, los he escuchado. Me he enfermado, y me han alentado. Juntos hemos ido este año evolucionando. Somos seres humanos y nos es necesario sentirnos contenidos, ser parte de “algo” y si esto nos suma qué mejor. En la distancia la necesidad de generar comunidad se incrementó, de sentir que quien te da una clase está para ti no sólo en la clase sino fuera de ella. Y yo misma me identifico con esto hacia mis maestros o los grupos a los que yo misma pertenezco y que soy

feliz de que así sea. Generar esta empatía con tu grupo y con quien tenga la oportunidad de enseñar me parece fundamental así como un círculo virtuoso en donde todos compartimos y nos inspiramos unos de otros.

Además de la práctica de yoga, abrí horarios para meditación. Las prácticas han evolucionado al punto de que cree un podcast con meditaciones cortas y accesibles a todo público. Sólo puedo decir que estoy profundamente agradecida. He crecido con mis clases, con mi comunidad, en mi práctica personal, con mis maestros. He conocido nuevas plataformas, a nuevas personas, realicé algunas certificaciones también en línea. Este canal se volvió eficiente en el tiempo porque tu organizas tu agenda y efectivo porque las horas que dicen que son, son. Me mantengo atenta, abierta al cambio, con mente y corazón para ver las oportunidades que se presenten en frente de mí. Tomarlas, aun con miedo o con incertidumbre. “Aventarte al agua sin saber si es fría o tibia” porque solo haciéndolo sabremos hasta donde podemos llegar y podremos reinventarnos.

Sigue a Paola Monsreal en Instagram @pao.monsreal

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